¿Tiene injerencia la política en las olimpiadas? La respuesta es afirmativa desde el inicio de los tiempos. Es imposible separar ambos ámbitos; las olimpiadas son uno de los escenarios donde se reflejan los poderes que enriquecen a las naciones. Los gobiernos de buena voluntad buscan llevar su filosofía a través del deporte, y los logros olímpicos, ya sean medallas de oro o plata, están directamente relacionados con el desarrollo de las naciones. Estas medallas también están ligadas al turismo y actividades simbólicas, como los clavados o la equitación, que evocan una vida imperial. Sin embargo, la historia olímpica también ha sido testigo de protestas, conflictos e incluso secuestros con resultados trágicos.

En el Perú, estamos en un punto clave para fortalecer nuestras capacidades. Contamos con una herencia física impresionante, con la fuerza de quienes construyeron Sacsayhuamán, ideal para deportes como la halterofilia, el boxeo y las artes marciales. Además, nuestros pueblos ribereños tienen el potencial para destacar en disciplinas como el surf y el vóley playa. En la sierra central, aún hay fondistas por descubrir. Aunque la vóley ha perdido momentáneamente su popularidad, tenemos la oportunidad de recuperar otros deportes en los que hemos sobresalido.

A nivel mundial, el panorama está cambiando drásticamente debido a los procesos migratorios. Los asiáticos están contribuyendo al crecimiento de Occidente, particularmente en Estados Unidos, mientras que los africanos enriquecen a Occidente en general. En este contexto, la influencia de las políticas es evidente: cuanto más al este nos movemos, menos se percibe la mezcla cultural. Rusia, por ejemplo, no pudo ser representada en esta edición y Asia se mantiene mayormente inalterable.

¿Cuál es el porcentaje de la población que se involucra en dinámicas deportivas? ¿Puede esto cambiar el mundo? ¿Existe el mismo interés económico en el deporte? Es pertinente cuestionar por qué a las grandes empresas del mundo, como las de armamento, farmacéuticas, petroleras, mineras y agroquímicas, no les interesa invertir en el ámbito deportivo.

La entonación de los himnos en cada premiación es un reflejo del poder de cada nación, acompañado de la bandera y del orgullo de su gente. Los abrazos, cantos, besos y lágrimas, así como los años de sacrificio invertidos para brindar alegrías a todo un pueblo, son momentos cargados de emoción. Sin embargo, un mal movimiento corporal puede destruir una gran ilusión, y en nuestro país, a menudo se desconoce el gran sacrificio de los atletas, quienes solo son reconocidos coyunturalmente por cuestiones políticas. Por el contrario, un incentivo adecuado podría elevar la identidad y la autoestima de toda una nación.

¿Tenemos recursos humanos? La respuesta es sí, pero adolecemos de capacidad organizativa, liderazgo y visión política. Los colegios, especialmente los colegios militares, deben priorizar el deporte. Las comunas, distritos, provincias y regiones tienen el reto de liderar este cambio con mucho liderazgo. Debemos empezar desde lo básico, con gente joven, priorizando disciplinas accesibles y de amplia difusión. El desarrollo deportivo es vital para el bienestar emocional y cognitivo de la población. Es necesario crear una normativa que destine un pequeño porcentaje de los ingresos, a través de la Sunat, para impulsar el deporte.

París 2024 nos muestra los gustos, las finezas y los avances tecnológicos ideales que reflejan los organismos deportivos internacionales. Con la imagen del Principito en uno de sus logos, los canales de televisión ofrecen información detallada sobre las diferentes disciplinas, mientras el bullicio y la expectación anuncian a las nuevas estrellas atléticas en tiempo real. Además, su rica historia se extiende a los países participantes, a través de las emociones al escuchar los himnos y ver ondear las banderas. Sin embargo, también ha habido detractores, tanto internos como externos, incluyendo críticas de índole religiosa, con mensajes subliminales como las flores en el río Sena, y la polémica en torno al encendido del pebetero olímpico por una persona trans.

Cada medalla escribe la historia deportiva mundial y nacional, y es seguro que el mundo cambiará en los próximos años, acomodándose a las nuevas realidades y políticas globales.