En alguna ocasión, pregunté a Alberto sobre los orígenes, el escudo o la heráldica de su apellido. Sin embargo, su respuesta fue una sonora carcajada, de esas que solía soltar cada vez que tomaba el pelo a los novatos. A pesar de eso, nunca insistí. Nuestra amistad comenzó en el verano de 1981, cuando un grupo de periodistas coincidimos en lo alto de unos enormes peñascos para entrevistar al presidente Fernando Belaunde. El jefe de Estado había llegado a inaugurar las primeras vías de acceso de lo que pronto se convertiría en una de sus obras favoritas: la represa de Gallito Ciego, en el valle Jequetepeque. 

Yo cubría la noticia para un telenoticiero de Trujillo. Luis Alberto Ballena Sánchez, ese era su nombre completo, trabajaba como reportero para Últimas Noticias de Pacasmayo. No era un simple periodista. En la década de los 80, ya tenía experiencia en el campo y gerenciaba su propio periódico, que había fundado el 25 de octubre de 1973. Probablemente tenía ascendencia vasca y su habilidad para el periodismo, además de su negocio en la prensa, lo convirtieron en una figura reconocida en Pacasmayo y Chepén. 

Lo he visto muchas veces usando guayabera, esa chaqueta de tela ligera que le resultaba cómoda para llevar su libreta y grabadora. Pero su figura delgada, que contrastaba con el apellido, lo inmortalizó como el Flaco. En este oficio creía innecesario cargar con veneno las preguntas para demostrar su elocuencia y carácter. Cultivó numerosas amistades en el gremio periodístico, y mostraba respeto a exitosos empresarios como a políticos faltosos o a sindicalistas radicales. 

Su proyecto en la provincia tuvo éxito por dos razones: primero, la experiencia adquirida en la sección de provincias del diario La Industria de Trujillo, su primer empleo, que sentó las bases de su enfoque periodístico; y segundo, la habilidad para canalizar, a través del diario, viejas demandas de su provincia y de localidades cercanas. Su terquedad constante ha perdurado casi medio siglo. El próximo miércoles 25, Últimas Noticias cumplirá 50 abriles, que en este caso son octubres. Su fundador no estará allí para contarlo, como seguramente hubiera deseado. Una traicionera enfermedad acabó con la obstinada vida de Alberto Ballena, lejos de su hogar, pero afortunadamente repatriado recientemente por su familia. 

El legado del Flaco no ha sido completamente valorado en el periodismo regional. El nombre de Alberto Ballena apenas aparece en un listado de periodistas en un estudio de Llanos Horna (2010), que contrasta con otra investigación de María Mendoza (2015), quien analizó los casos de El Sol (Cuzco), El Tiempo (Piura) e Ímpetu (Ucayali). Queda pendiente la historiografía de la prensa regional desde que Últimas Noticias se convirtiera en testigo de la vida cotidiana en el siglo XX. Y también por su largo proceso de dar voz a las demandas provinciales en un complejo entramado de relaciones de poder local, como ocurre con cualquier centralismo. 

Como decía el investigador Wilson Barreto (1989), el periodismo de provincias es la historia del otro Perú pobre, marginado e informal, donde se está haciendo historia cada día y merece ser narrada. Por eso, para Alberto, la noticia siempre (Ba) llena, nunca vacía, debido al gran significado que tiene para la comunidad el buen diarismo regional. ¡Te recordamos, Flaco!