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Por: Redacción La Industria

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Publicada el 21/11/2020 - 12:06 PM

[Opinión] Las vueltas de la Vida, por Cecilia de Orbegoso


Tampoco creo que Lapadula se hubiese imaginado que con tan solo 8 días en el país iban a ser no uno ni dos, más sí tres, los nombres de los presidentes que tendría que aprender.

Llegó el 15 de noviembre, y con él mi ansiado plan de pasar el domingo entero en mi cama viendo “The Crown”. Desde hace ya un tiempo lo tenía apuntado en el calendario de mi teléfono y, ni bien llegado el día, evidentemente copa de vino en mano, me apresuré a prender el televisor y colocar mi celular en modo avión. No estaba dispuesta a aceptar interrupción alguna del tan mítico drama entre Lady Di y el príncipe Carlos. Además, cabe resaltar, me parecía esta una manera perfecta de terminar una semana tan intensa como la que todos los peruanos acabábamos de pasar. 

Al inicio de la temporada la inocente muchacha, Lady Di, echa el ojo (de manera evidente) en aquel partidazo, el príncipe Carlos, quien, en ese momento, cortejaba a su hermana. Quién diría que, un par de capítulos después, al cruzarse el príncipe azul nuevamente con la ingenua muchacha, pasando por alto la efervescente bilis que emanaba del cuerpo de la hermana de Diana, el príncipe Carlos decidiese que se le había quedado corto el ojo, ahora le tocaba poner bala. ¿Se hubiese imaginado en ese momento Diana Spencer, que, así como quien da la vuelta a la esquina, tan drásticamente iba a cambiar su vida?  

Dado que mi baño de realeza se quedó corto y, seamos sinceros, por más que pase por Buckingham nadie me abre la puerta, decidí poner nuevamente la serie desde su capítulo inaugural. En ese momento me encontré nuevamente con una jovencísima princesa Isabel, a pocos días de casarse. Ella, la protagonista de esta reconocida serie, llegó a acaparar tanta pantalla igualmente por un soplo inesperado del destino, ya que si su tío no hubiese abdicado, nosotros probablemente no estaríamos ni enterados de su existencia. El Rey Jorge, su padre, en contra de su voluntad, se vio forzado a asumir un papel que todas las estadísticas hubieran afirmado como casi imposible que algún día este proclamara. Ahora, en la serie, se nos permite un atisbo a los últimos años de este hombre agotado, quien llevó sobre sus hombros el peso de un rol que, dado su nacimiento, no tenía presupuesto. Bien es cierto el dicho: uno nunca sabe cuáles son las verdaderas intenciones del universo.  

Si la historia hubiese seguido el curso preestablecido del destino, y junto con ello su tío no hubiese perdido los estribos a causa de un amor loco, probablemente quien ahora conocemos como la monarca más longeva de la historia hubiese vivido una vida de lo más relajada, sin dejar de ser a la vez privilegiada, dedicándose a la caza, montar a caballo y ostentando el respetable título del algún ducado. Del mismo modo, su tan popular nuera muy probablemente, a lo Pippa Middleton, hubiera contado a penas con el rol de dama de honor en alguna boda real, más por ningún motivo de personaje central, siendo relegada, de ser afortunada, al extremo más externo de la foto. Más el destino tenía otros planes y, pasados unos años, esa tímida chica, gracias a su chispa y mirada tierna, se convirtió en la mujer más fotografiada de la tierra.  

Ese domingo, empalagada ya de la familia real, me tocó enfrentar el agrio sinsabor de mi cercana realidad: el caótico panorama del drama presidencial. ¿Merino renunciará? ¿Quién lo irá a reemplazar? ¿Será que a Antero Florez le va a contestar? Y así, continuas interrogantes. Una mezcla de acciones ilegitimas, una conciencia colectiva revelada y pronunciamientos cuestionados hicieron que, a pesar de que todas las semanas duren solo 7 días, esta última haya durado más que un bicentenario. Ya resuelto un poco más el cuento, tenemos a Sagasti, un congresista que dudo yo que hace 15 días se hubiese imaginado jamás llevar sobre sus hombros el peso de una banda presidencial, más hoy tiene el honorable rol de hacer que el país llegue por la puerta grande a esa fecha tan especial.  

La historia se repite, ya que él es uno más en una lista cada vez más larga de políticos que asumieron cargos para los que no habían postulado. Ya veremos cómo terminará su historia, ya que, por el momento, le quedan en el cargo varios meses más.  Pero en cuanto a Merino, dudo mucho que el mes pasado él hubiera pensado que algún día iba a quedar grabado en la historia como un presidente, aún a pesar de lo efímero de su plazo, para pasar inmediatamente después a ostentar el título del villano del bicentenario. ¿se estará preguntando ahora qué cuenta más: un perfil bajo o un protagonismo repudiado?  

Y para hacer este tema ligeramente más coloquial, antes de nacionalizarse peruano, tampoco creo que Lapadula se hubiese imaginado que con tan solo 8 días en el país iban a ser no uno ni dos, más sí tres, los nombres de los presidentes que tendría que aprender.  

Poniendo foco nuevamente en nuestro más reciente presidente, esta caprichosa movida del destino ¿será una bendición?, o, por otro lado ¿quedará tatuada en su historia como una maldición? Solo sabemos que, sin haber comprado rifa alguna, le tocó ser parte de la tómbola. Como cantó una vez Shakira: en este mundo que gira y gira sin poderlo detener, aquí abajo, unos cuantos, ¿seremos manejados como fichas de ajedrez? No lo sé. Pero solo puedo concluir que la vida es como una caja de bombones, para descubrir cual es el sabor que te toca, primero hay que meterse el chocolate a la boca. 



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