La investigación criminal es uno de los aspectos más descuidados en los últimos años dentro de las escuelas de oficiales y suboficiales de la Policía Nacional. Devolver completamente esta responsabilidad a la institución sin una revisión crítica y profunda sería un grave error. Los abusos, negligencias y actos de corrupción que ocurrieron en el pasado, tal con los atestados policiales llenos de irregularidades, podrían volver a convertirse en la norma, en una mala costumbre que no se debe volver a repetir. Hoy en día, la falta de capacitación adecuada en algunos miembros de la fuerza, contadas excepciones, es evidente.

Desde oficiales que priorizan su imagen pública, presentando a los detenidos ante las cámaras para que confiesen sus delitos en actos claramente ilegales e inválidos, con el objetivo de ganar bonos y hacer creer que son los súper policías; hasta agentes que manipulan armas incautadas sin seguir los protocolos básicos, como la protección, comprometiendo la cadena de custodia, todo apunta a una alarmante negligencia que, de no corregirse, tendrá graves consecuencias. Los más afectados serán, sin duda, los ciudadanos que sufren diariamente los estragos del crimen organizado y la delincuencia, ya que contar con un cuerpo policial mal preparado es el peor escenario posible.

En el otro lado, el Ministerio Público tampoco está exento de responsabilidad. Existen fiscales que, a pesar de su formación académica, han demostrado negligencia en la aplicación del Derecho, incumpliendo con las disposiciones del nuevo Código Procesal Penal. Esta falta de diligencia ha provocado que muchos casos se derrumben en los tribunales por insuficiencia de pruebas o por investigaciones mal fundamentadas, lo que ha resultado en la injusta encarcelación de inocentes o en largas batallas judiciales para personas que no debieron haber sido procesadas en primer lugar. .

Hoy, más que nunca, la investigación criminal es una deuda pendiente. La Policía necesita retomar ejemplos exitosos, como la metodología aplicada por el grupo GEIN, que permitió la captura del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. La clave es "investigar para detener, y no detener para investigar". No se trata de formar policías de manera improvisada, sino de capacitarlos con la seriedad y responsabilidad que exigen los desafíos actuales.

Por parte de la Fiscalía, es urgente desvincular las investigaciones de intereses políticos y económicos, así como de cualquier tipo de apasionamiento. La lucha contra el crimen organizada exige profesionales comprometidos y preparados en ambos frentes. La investigación criminal es una tarea pendiente. Es momento de que tanto la Policía como la Fiscalía tomen acciones decisivas para enfrentar este reto con la responsabilidad que merece. La seguridad de la población depende de ello.