Como parte de los momentos de reflexión por Semana Santa, el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) y arzobispo metropolitano de Trujillo, monseñor Miguel Cabrejos Vidarte, concedió una entrevista exclusiva a La Industria y habló sobre el flagelo de la inseguridad ciudadana, el egoísmo de las personas, el rol que cumplen las autoridades en nuestra sociedad y el polémico caso del Rolex usado por Dina Boluarte Zegarra.

–Monseñor, ¿qué opina sobre el escándalo desatado por los Rolex de la presidenta? (la entrevista se realizó antes del allanamiento a la vivienda de Boluarte y Palacio de Gobierno).

–Para mí, es ridículo estar pensando en pedir una moción de vacancia (por este tema). ¿Cómo voy a poner en una balanza un reloj y una vacancia presidencial? Eso no tiene sentido, habiendo problemas graves que resolver.

–El asunto está siendo bastante cuestionado en todo el país.

–En ese contexto, puedo decir que nos falta mayor sensibilidad. Yo no podría usar oro, joyas, cuando veo que la población está sufriendo. ¿Tú tienes un reloj de US$ 20 mil y representas a la gente que no tiene nada, ni siquiera lo básico? Es un problema de sensibilidad, pero es un problema humano. El ser humano no es perfecto, pero está invitado a trabajar por una mayor coherencia. Pero, no sometería (el uso de Rolex a una vacancia presidencial). Para mí, eso es ridículo, no equivale.

–Por otro lado, nuestra región sigue liderando los índices de inseguridad ciudadana en todo el país. Hay quienes dicen que las leyes son muy benignas con los delincuentes y que no protegen a las víctimas. ¿Qué opina al respecto?

–En primer lugar, nosotros como Iglesia Católica, no tenemos ningún poder coactivo; esa es la gran crudeza. Nosotros podemos sugerir y reflexionar, pero no tenemos capacidad para exigir que se haga algo. En segundo lugar, la inseguridad es un clamor grande en toda la sociedad y nosotros lo escuchamos a diario. Yo pienso que en el Perú tiene que haber una mano firme, que no significa dureza, sino, firmeza en las decisiones; debería haber un liderazgo auténtico.

–¿Las autoridades peruanas tienen pasta de liderazgo?

–Nosotros nunca atacamos a la persona. En el Evangelio, Cristo ataca al pecado y al mal, pero no al pecador porque a Cristo le toca salvarlo. En este tema no me refiero a personas en particular, pero sí al mal. Yo me estoy refiriendo a la falta de firmeza para tomar decisiones en cuanto a temas de inseguridad. Les falta firmeza, claridad, decisión, voluntad e iniciativa para poner orden en el Perú. Quizás faltan líderes en este tema. Por otro lado, el Perú es el único país del mundo que saca presidentes y los mete a la cárcel.

–¿Los peruanos elegimos mal a nuestras autoridades?

–En el Perú, los peruanos elegimos y allí están las consecuencias. Lamentablemente, también es verdad que los candidatos que se presentan prometen muchas cosas, pero cuando están en el poder o en el Gobierno, se olvidan de la ciudadanía. Ahora voy a citar un caso, que es ejemplo en todo el mundo: El Salvador. A su presidente (Nayib) Bukele no lo conozco, pero todas las referencias sobre él nos hablan de un país que, poco a poco, entró en un sistema de seguridad que ahora es reconocido internacionalmente. El Perú es uno de los países más ricos del mundo y no podemos dejar que olas delincuenciales dominen y mantengan a los ciudadanos bajo tensión. En el caso de Haití, tres millones de personas huyen porque es un país tomado por delincuencia. Lo mismo ocurre en Ecuador (inseguridad) ¿Queremos eso para el Perú? Seguro que no.

–Si seguimos en ese camino, ¿llegaríamos a ser como aquellos países?

–No creo. Antes decían que Perú iba a ser como Venezuela, pero yo decía que no porque el peruano tiene otra idiosincrasia. Lo que falta es que la población se ponga firme y tenga ideas claras. Con eso no estoy haciendo una invocación a que el Perú se levante (marchas de protesta). La Iglesia no tiene poder coactivo la fuerza está en la población.

La fuerza de la Iglesia está en los fieles, no en la jerarquía ni en los sacerdotes. Según una encuesta, Perú es el país más religioso de América Latina, gracias a los fieles.

–Volviendo al tema de inseguridad ciudadana, en el barrio Chicago los ambulantes han tomado la vía pública e, incluso, amenazan a los vecinos del lugar si estos intentan desalojarlos. Sin embargo, las autoridades no hacen nada para poner orden y allí funcionan bares clandestinos donde se ejerce el meretricio.

–Eso es un abuso contra la dignidad humana. La Iglesia habla de paz social. La trata de personas seda cuando capturan a la gente y la someten en contra de su voluntad. La Semana Santa no es solamente para descanso y vacaciones, sino que las enseñanzas de Cristo nos deben invitar a reflexionar. Existe una frase famosa en la vida de la Iglesia: “Así pasa la gloria del mundo”. Esto significa que todo pasa, todo termina: el honor, los cargos y el dinero también.

¿Y qué viene después? La muerte. Eso nos debe ayudar a pensar qué hacemos por los demás o si solo pensamos en nosotros. Hay quienes piensan que, si ellos están bien, los demás no importan. La madre Teresa de Calcuta decía que, si una persona no vive para servir, no sirve para vivir.

–En su opinión, ¿Trujillo ha avanzado o retrocedido en cuanto a progreso se refiere?

–Para mí Trujillo debió ser la ciudad más bella de todo el Perú. Debió ser, pero, lamentablemente, no lo es, pese a que está ubicada en el norte peruano, es de origen colonial y tiene una belleza y clima que todavía conserva.

Yo no he nacido en Trujillo, pero me da pena y lástima ver como las casonas se están cayendo, las carreteras están en mal estado al igual que las pistas; hay demasiada basura y las escuelas están un desastre. El problema es la falta de decisión política, visión y firmeza.