El papa Juan Pablo II pisó por primera vez el suelo de Trujillo el 4 de febrero de 1985. A 35 años de este trascendental visita, su nombre sigue vigente en la comunidad católica de esta ciudad norteña del Perú.

Juan Pablo II permaneció del 1 al 5 de febrero en suelo peruano, donde recorrió las ciudades de Lima, Arequipa, Cusco, Ayacucho, Piura, Trujillo e Iquitos.

A los jóvenes les dijo: “Sólo en Cristo está la respuesta a las ansias más profundas de vuestro corazón”. A las familias: “Defiendan con toda el alma el amor indisoluble al matrimonio, la protección de la vida humana, aun de la todavía no nacida y la estabilidad de la familia”.

A los campesinos: “Que el trabajo del campo se convierta para cada uno de vosotros en una participación en la obra redentora de Jesucristo”. A los enfermos: “Todo hombre en su sufrimiento, puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo”.

En Trujillo, aquel 4 de febrero de 1985, Juan Pablo II habló del mundo del trabajo: “De la unión de los trabajadores y empresarios, bajo la dirección responsable de los hombres de gobierno, dependerá la realización gradual de una sociedad más justa”.

Casi un millón de personas se congregaron en lo que hoy es el Óvalo Papal, para verlo y escuchar sus palabras. El día anterior, en Lima, se ordenaron un grupo de sacerdotes; entre ellos, seis de nuestra Arquidiócesis.

No hay duda que la visita del Papa ha quedado marcado en el corazón de los trujillanos. El Óvalo Papal, con su gran cruz, es el símbolo del mensaje de esperanza que nos trajo Juan Pablo II.