Querido Señor: ¿por qué los norteamericanos ven en los 34 cargos por delitos graves contra el ex presidente Donald Trump una fascinación perversa pero también degradación al alto cargo que ocupó en el país más poderoso del planeta? ¿Por qué mi Dios Estados Unidos está conmocionado al haberse convertido Trump en el primer ex jefe de estado de toda la historia en ese país, acusado penalmente y que linda con lo patético y chabacano, según The Washington Post? ¿Y cómo explicamos divino Señor que en el Perú tengamos dos ex presidentes presos, ambos por golpistas y corruptos y otros dos más acusados por uñas largas y mis conciudadanos ni siquiera levantan la ceja de asombro?  ¿Por qué hemos normalizado este cáncer social Señor? ¿Acaso los norteamericanos son más humanos que nosotros? ¿Por qué los peruanos aceptamos las mentiras, la pérdida de sentido de Nación y de las esperanzas de país perpetrados por políticos angurrientos que se “santifican” y dan golpes de pecho en tu iglesia, pero actúan con saña y maldad contra el prójimo? ¿Por qué bendito Dios no iluminas al gobierno para que, en lugar de asignarle 48 millones de soles adicionales al presupuesto de este Congreso vapuleado hasta el cansancio por la mayoría de tus fieles del Perú, lo derive mejor a nuestros hermanos de Piura y Chiclayo y paliar así sus urgentes necesidades de techo y comida que tanto requieren ahora? ¿Por qué la necedad de seguir engordando a impíos y filibusteros que además les roban permanentemente a sus propios trabajadores? Ni agua deberías darle Señor. Requieren más bien tu indiferencia divina a ver si así se reconvierten, cosa que lo dudo, pero, en fin. ¿Qué pasa contigo mi Dios que soportas la indiferencia de este gobierno, no solo en las actuales circunstancias de emergencia por las torrenciales lluvias, sino por la intranquilidad de los deudos cuyos familiares fueron asesinados en las marchas de Puno y en otras ciudades del país? ¿Dónde está Señor la importancia de la Fe, del Amor, del Perdón, de la Solidaridad y de la Esperanza que simboliza tu muerte en la cruz? Fíjate mi Dios que el mismísimo Miguel de Cervantes, pasando por García Lorca, Antonio Machado, Francisco Ayala, Benito Pérez Galdós, sin mencionar a José Saramago, dedicaron su exquisita prosa enalteciendo tu vida, pasión y muerte para que cobrara mayor sentido la vida de los irredentos a ver si alguna vez creen en ti. Por eso, no entiendo Señor a aquellos que se “acongojan” ante el cadáver de un pobre perro; sin embargo, niegan la paternidad de su hijo o acosan sexualmente a su secretaria en el trabajo. ¿Dígame divino Señor, por qué todo esto resulta difícil de responder? ¡Hosanna Señor en este trago amargo de tu muerte!