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Por: Redacción La Industria

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Publicada el 18/06/2021 - 11:21 AM

[Opinión] Política rastrera, por Juan Vásquez


Nunca les ha interesado ahondar en la filosofía que mueve a un Estado de derecho y, menos, preservar la noción de República y de Patria.

Con resultados electorales adversos durante las tres últimas elecciones presidenciales- ONPE al 100% - Keiko Fujimori ha cosechado lo que sembró su padre a lo largo de las tres últimas décadas: caos, anarquía social y política. Desde la grosera tercera reelección de Alberto, el año 2000, el fujimorismo ensayó a convertirse en organización dinástica y terminó como partido mafioso. Keiko intentó, desde el 2011 hasta el domingo 6 de junio último, reivindicar no solo el gobierno sino el apellido del progenitor y, todo indica que no lo logrará pues se escurrió otra vez de sus manos Palacio de Gobierno ¿Es el fin del fujimorismo? Quizá, dicen algunos politólogos, pero, el modelo neoliberal inaugurado por el chino en 1990, al que se auparon, por lógicos intereses, las élites económicas y mediáticas, pervivirá si es que el virtual presidente Pedro Castillo no logra modificar el paradigma causante del distanciamiento entre el país rural y el centralismo de Lima desde hace 30 años. Es decir, el fujimorismo es sinónimo de neoliberalismo a ultranza, desdeñoso del Estado de bienestar al que recusan sin asco, como lo han hecho durante toda la campaña “caviarando” y “terruqueando a medio mundo. Después de todo, ese es el único patrimonio intelectual de los fujimoristas y de su lideresa. Nunca les ha interesado ahondar en la filosofía que mueve a un Estado de derecho y, menos, preservar la noción de República y de Patria. Pero se llenan la boca de “democracia” y “libertad” que, con escasez neuronal lo interpretan como el libertinaje para abusar de vacíos o mala interpretación de la ley y arremeter sin piedad con la precaria institucionalidad. Nunca entendieron la germinal Constitución con la cual nació la República Peruana en 1823, luego de siglos de oprobio monárquico. Carta Magna que sentó las bases de nuestro régimen social y que en un encendido discurso en el Congreso Constituyente, el Prócer José Faustino Sánchez Carrión calificara como: “el único capaz de reducir a práctica las sacrosantas cláusulas con que los hombres estipularon sujetarse a la voluntad general, y el único que frustra los ardides del despotismo y pone en desconcierto los siniestros principios de una política rastrera”. Derechos imprescriptibles e irrenunciables como libertad, seguridad y propiedad, prescritos entonces, fueron inaplicables en 200 años de vida republicana y grotescamente deformados por el neoliberalismo del fujimorato ¡La historia no los absolverá!



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