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Por: Redacción La Industria

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Publicada el 26/02/2021 - 10:25 AM

[Opinión] El lujo de supervivir, por Juan Vásquez


Se eriza la piel cuando algunos funcionarios de DIGESA La Libertad normalizan narrativas como que “la situación de la emergencia sanitaria actual no es ni el 40% en comparación con la primera ola del 2020”.

Las personas en general no elegimos datos, números. Como seres humanos preferimos simbolizaciones y significaciones, según estudios desde la neurociencia. El fenómeno ha emergido con nitidez durante la emergencia sanitaria por la pandemia, escenario que pinta grisáceo para el 2021. Tiene razón el psicólogo y comunicólogo argentino Marcelo Manucci, cuando afirma que “tenemos que aprender a vivir ahora más que nunca en condiciones de contagio”. Ello supone tener en cuenta las emociones, pues en incertidumbre y temores la data no cuaja fácilmente. ¿Cuándo nos conmovemos?: cuando vamos a emergencia de un hospital y está saturado, buscamos oxígeno medicinal y no hay, o una cama UCI para entubar a un paciente agónico. La desgracia es que no hallamos solución. Uno encuentra desidia, burocracia y déficit de equipos y personal hospitalario. Se eriza la piel cuando algunos funcionarios de DIGESA La Libertad normalizan narrativas como que “la situación de la emergencia sanitaria actual no es ni el 40% en comparación con la primera ola del 2020”. Eso es maquillar una realidad paralela. Es como decir: ¡tenemos muertos, pero en menor proporción! Si a ello agregamos discursos triunfalistas: “que los servicios de salud están mejor equipados, las camas UCI se han multiplicado por cuatro, hay personal mejor entrenado o tenemos 10 plantas de oxígeno”, se contradicen porque la situación es otra. El discurso burocrático no conmueve a la gente desesperada que lo único que exige es atención, pero no encuentra ni equipos, ni camas UCI. Tampoco vale que la letalidad por Covid-19 en La Libertad sea actualmente del 6%, con un promedio diario de 22 fallecidos. A muchos funcionarios les encanta exhibir data y protocolos, pero, aquéllos que van a los hospitales con el alma en la mano para oxigenarse o evitar una sepsis pulmonar, de poco les vale. Una prima llegó ahogándose a emergencia del hospital de Alta Complejidad en Trujillo. Estuvo diez días, la mayor parte en emergencia. Desde el primer análisis los médicos recomendaron prioridad para cama UCI. No había, ni hay ahora mismo. Atormentada, la familia alquiló a 1,200 soles por día un ventilador externo y solicitó permiso para ingresarlo. Fue denegado porque sus protocolos no lo permiten, dijeron. Mi prima falleció el domingo último. El lujo de la gente sin privilegios es supervivir. En otros, el lujo es no enfermarse y por eso se vacunaron secretamente. Pero, los protocolos burocráticos nos han convertidos en esta pandemia en auténticos chimpancés de laboratorio; en mamíferos de segundo orden. 


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