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Por: Redacción La Industria

ACTUALIDAD

Publicada el 05/07/2020 - 11:43 AM

[Editorial] Nada volverá a ser igual hasta hallar la vacuna


Adiós a las grandes reuniones familiares, bailes en discotecas y el caminar tranquilo por las calles sin temor a ser contagiados, pues mientras no se descubra una vacuna no volveremos a disfrutar de cosas tan simples que nos hacían tan felices.

Nada volverá a ser igual hasta encontrar la vacuna contra la letal pandemia. Los abrazos sinceros, los tradicionales saludos con beso en la mejilla, el detenerse dos amigos en una calle para conversar un momento, intercambiando experiencias; los cómplices susurros al oído para comentar algo discreto, las reuniones alegres y festivas para celebrar un cumpleaños; las familiares visitas en casa para alegrar una tarde dominguera, los chapuzones en la piscina y las deportivas clases grupales en los gimnasios no volverán a ser iguales hasta encontrar la vacuna.

La asistencia a misa para escuchar la Palabra de Dios, el abrazo de la paz, recibir la santa hostia durante la comunión, los cantos de alabanza en templos, las lecciones de catequesis, los ensayos corales, un diálogo en tono de consejo con el líder espiritual y las celebraciones de fechas religiosas no volverán a ser lo mismo hasta que no se descubra una cura con el covid-19.

Aquellas fiestas sociales para celebrar una boda, bautizo, quinceañeros o un cumpleaños tampoco volverán a repetirse hasta que no se encuentre una vacuna. El consuelo al afligido llanto tras haber perdido a un familiar, el último adiós al ser amado, las exequias dignas a quienes convivieron con nosotros, las tristes y multitudinarias despedidas al amigo que se fue para siempre, las terapias grupales que ayudan a desfogar el dolor interno que algunos experimentan y el acompañamiento físico o emocional a un amigo que sufre no se volverán a repetir mientras no haya vacuna.

Las clases escolares que nos ayudaban a saber más sobre la historia del Perú, Matemáticas, Biología, Comunicación y otras materias tampoco volverán a darse, mientras no haya una vacuna.

Las risas con amigos de colegio, las esperadas horas de recreo, los encuentros de fulbito o vóley, los trabajos grupales universitarios, las prácticas de laboratorio, las tareas por presentar, el ayudar a un amigo que no entiende un curso, las visitas de padres de familia a las escuelas para saber cómo les está yendo a sus hijos, las verbenas escolares, los exámenes de admisión, las clases de formación preuniversitaria, los estudios científicos en masa y las graduaciones luego de varios años de estudios no volverán a ser hasta no hallar la vacuna.

Adiós a las grandes reuniones familiares, bailes en discotecas y el caminar tranquilo por las calles sin temor a ser contagiados, pues mientras no se descubra una vacuna no volveremos a disfrutar de cosas tan simples que nos hacían tan felices.



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