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Por: Redacción La Industria

ACTUALIDAD

Publicada el 27/05/2020 - 09:50 AM

[Editorial] Los rostros distintos de la Policía Nacional


¿Para qué tanto esfuerzo si con las aglomeraciones y la permanencia de la gente en las calles todos se convierten en potenciales agentes del contagio?

El panorama del combate al covid-19 en Trujillo luce cada vez más descontrolado.Para quienes se han quedado en sus casas y respetaron todas las advertencias y recomendaciones, esto parece una broma cruel y paradójica.

¿Para qué tanto esfuerzo si con las aglomeraciones y la permanencia de la gente en las calles todos se convierten en potenciales agentes del contagio? Los que obedecieron, que fue la mayoría de ciudadanos, ahora ven con preocupación que cualquiera puede llevar el letal virus.

Estamos además frente a un colapso del sistema de salud que solo se maquilla con piadosos autoconvencimientos e insuficientes adquisiciones de equipos médicos. Los profesionales del ramo siguen trabajando con silencioso denuedo, sacrificio y resignado estoicismo.

Claro que las autoridades bajan el tono y muestran patéticos resultados que no son culpa suya. No del todo. El presidente regional Manuel Llempén Coronel tiene un discurso esperanzador, pero la realidad y las evidencias lo superan. La pandemia nos agarró a todos con la guardia baja, admitámoslo.

No obstante, ello, es difícil no imaginar que se pudo hacer algo más. Empezando por poner restricciones a las personas, impidiéndoles la propagación viral con un control manejable en los mercados y otros puntos de contagio.

El presidente Martín Vizcarra advirtió que las fuerzas del orden se encargarían de brindar seguridad en los mercados. ¿Pero a qué seguridad se refieren, cuando los comerciantes y los viandantes simplemente los desbordaron y nadie les hacía caso?

Bastaba darse una vuelta por una calle aledaña para advertir que se podía frenar el desborde popular con medidas simples, temporales y desmontables. Las bocacalles que dan a los mercados debieron cerrarse para impedir el paso indiscriminado de los usuarios. Nada los afectará un periodo más. Por eso es que la gente salió en masa ayer.

Uno ve a un policía que también se muere de miedo porque sale desprotegido. No hay implementos que le sirvan porque todo lo que le dieron es desechable y de mala calidad. Los anuncios de que llegarían mascarillas y suministros les resultan engañosos. Digámoslo de una vez por todas: el suboficial de a pie no confía en sus superiores y mucho menos en el comando policial.

El general PNP Lucas Núñez salió por la puerta falsa y se lo llevaron entre gallos y medianoche a un destino donde su futuro es lo que sea menos incierto. Nada le ocurrirá porque prima un espíritu de cuerpo mal llevado. Un rato por allá, otro por acullá y todos olvidan.

Luego de revelar las adquisiciones de bienes con precios inflados, con proveedores que eran familiares de los oficiales, Núñez tuvo el cuajo de insultarnos durante una conferencia de prensa. Literal. Los chicos que se forman para suboficiales se están contagiando y solo les queda resistir dentro de su escuela porque son pobres y tienen mística juvenil.

Entretanto, el ministro del Interior pone cara de palo y proclama una unidad de boca para afuera. Nada cambiará si a estas personas se les permite su salida honrosa de la institución en medio de la deshonra.


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