La fracasada cuarentena dura y autoritaria con los sectores más formales del país, pero, al mismo tiempo, blanda y escandalosamente apañadora con la informalidad, ha hecho retroceder al Ejecutivo para que insista en una nueva ampliación de esta antigua medida de confinamiento, manteniendo su forma y modelo, y se ha visto en la necesidad de dar su brazo a torcer ante la imposibilidad de imponer el principio de autoridad en las calles.

Nadie puede negar que casi el 80 % de actuales infectados se contagiaron en pleno estado de emergencia (incluido, el circense toque de queda) porque, valgan verdades, en estos más de 60 días de cuarentena rígida para los formales (y débil con quienes no debería serlo) las estrategias aplicadas por el Gobierno de Martín Vizcarra Cornejo no han dado los resultados esperados y han sido vergonzosamente burladas por la población.

En nuestra opinión, el mandatario no tuvo más remedio que flexibilizar en el papel lo que fácticamente se venía practicando desde hace más de un mes: las personas salían a las calles por montones, importándoles un bledo las órdenes del Estado.

Esta conducta sesgada, selectiva y discriminatoria del Ejecutivo se refleja en las multas, operativos y sanciones aplicados contra negocios formales que osaron intentar reanudar sus actividades; mientras que con los ambulantes, tiendas clandestinas y rubros de dudosa legalidad ninguna autoridad puso mano firme para erradicarlos de las calles o evitar que generen desorden y caos.

Solo basta darse una vuelta por los exteriores del mercado Zonal Palermo (ex-Mayorista) y algunas calles del barrio Chicago para observar a una gran cantidad de comerciantes ilegales y recicladores que han invadido las veredas y pistas, cerrando calles y obstruyendo las vías de evacuación.

Todos ellos realizan sus actividades con el más completo descaro y desparpajo, sin que nadie los toque ni con el pétalo de una rosa. Este solo ejemplo es una muestra clara de la ineptitud que las autoridades tienen para imponer la ley.

Por otro lado, La Industria cree que Vizcarra ha sido muy benévolo con Lima y Callao -que tienen más de 75 % de infectados, a nivel nacional-, premiándolos con salir hasta las 9 de la noche, mientras que a regiones con muchísimo menos cantidad de contagiados las castiga, confinándolas a un toque de queda exagerado que no hace más que fomentar hacinamiento en mercados, bancos y farmacias, exponiendo innecesariamente a miles de personas. Lima no es el Perú, señor presidente.