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Por: Redacción La Industria

TRUJILLO

Publicada el 19/02/2020 - 09:18 AM

[EDITORIAL] Colegios y pensiones


La brecha en la educación continúa y se ve reflejada en las pensiones de los colegios.

Cuando se avecina el año escolar es frecuente publicar, como lo hacemos nosotros, la lista de los colegios privados que cobran las pensiones más altas en Trujillo. Las cifras provocan desde incredulidad y admiración, hasta indignación y frustración, pasando por la mofa de quienes denuncian que es un privilegio de las familias pudientes al que no pueden acceder quienes carecen de recursos. Y eso que en Trujillo los colegios más caros cobran pensiones que, comparadas con las de otras instituciones privadas, sobre todo de Lima, son relativamente bajas. Pregúntenle a un padre de familia limeño cuánto paga mensualmente por tener a sus hijos en el Roosevelt, en el San Silvestre o en el Markham, por citar solo a tres colegios privados de la capital. A esto hay que sumarle gastos extras como la movilidad y los almuerzos, entre otros. Las pensiones de los colegios trujillanos top son altas para una persona que no las puede pagar. O para quienes, pudiendo costearlas, prefieren decantarse por opciones más económicas. No obstante todo esto, es una ley del mercado y la educación ha resultado ser un bien codiciable. 

Se paga entre otras cosas por la alfabetización en inglés, por la garantía de que los chicos salgan con una preparación mejor que la que recibirían en escuelas públicas donde la educación ha ido perdiendo calidad año a año. No es lo ideal, pero es lo que hay. En todo caso, es deber del Estado igualar hacia arriba y alcanzar los estándares que ofrece la educación escolar privada, hoy varios peldaños más arriba que la educación pública. Pero hay que cerrar una brecha que no puede funcionar como lo hace ahora: las diferencias no pueden segregar ni separar colocando un muro entre quienes reciben educación privada y educación pública.

Hay evidencias de que el país ha experimentado algunos logros en las pruebas anuales PISA, aunque en general la educación peruana no ostenta una calidad que la destaque del resto de América Latina. Al contrario, estamos muy rezagados respecto de otros países. La educación privada peruana no es mejor que la de sus pares extranjeros; la educación pública peruano tampoco lo es. Hay que diseñar un plan educativo que privilegie lo académico antes que nada, con énfasis en la enseñanza de ciencias y matemáticas, para lograr egresados que se decanten por carreras y actividades que sirvan al desarrollo que el país necesita. Pero   hay que enseñar bien esas materias, no tornar las aburridas, inviables o, peor aún, rechazables. Y esto no es cuestión de pensiones altas o bajas, ni tampoco de poder adquisitivo, sino de una verdadera democratización de la enseñanza, por todos y para todos.



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