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Jorge Clavijo Correa es periodista de Cosmos TV

Por: Redacción La Industria

TRUJILLO

Publicada el 11/12/2019 - 08:52 AM

[OPINIÓN] Educación no inclusiva, por Jorge Clavijo


En tiempos de inclusión, la educación no es inclusiva. Al menos, no en la práctica.

En tiempos de inclusión, la educación no es inclusiva. Al menos, no en la práctica. Según un reporte de la Defensoría del Pueblo, en La Libertad, de 32 713 personas con discapacidad, solo 4 499 están registrados en el sistema educativo, es decir: el 88% no accede a la educación. Muchos factores influyen para esta deplorable realidad: escaso presupuesto, un gran déficit de colegios de educación básica especial y la inadecuada infraestructura en los pocos centros educativos que brindan este servicio. A ello se suma el escaso número de docentes especialistas en el rubro.

El balance llega a pocas semanas de haberse aprobado el presupuesto para el año fiscal 2020 y el cual, según el Ministerio de Economía y Finanzas, prioriza a los sectores educación y salud. Llega en plena efervescencia por las elecciones al Congreso. Por cierto, ningún candidato a esbozado, al menos, alguna propuesta coherente y viable a favor de las personas con discapacidad.

El acceso a la educación es un derecho; sin embargo, los sectores deprimidos siguen al margen de la modernidad y la calidad educativa que pregona el Estado. Si en la sierra es común y conmovedor ver a escolares caminar por varias horas para llegar a sus centros educativos (en donde, en muchos casos, pasan las horas de clase sentados en piedras o maderas, y en aulas precarias que más que espacios educativos son una suerte de ruleta rusa) da nostalgia imaginar que pasará con las personas con discapacidad: simplemente, no estudian.

Un buen porcentaje de personas con discapacidad aún no encuentran el punto de quiebre para mejorar su calidad de vida: las deficiencias en educación son un matiz de la discriminación que sufren. En el sector transporte sus derechos son vulnerados, les es difícil encontrar trabajo y si acaso desean un momento de esparcimiento, son pocos los negocios con espacios y artículos adecuados para ellos.

En el Perú, las normas y leyes abundan en pro de la igual e inclusión social, pero pocas son respetadas y se hacen respetar. Se cierra un año más de burocracia y letra muerta en cuanto a los derechos de las personas con discapacidad y, lo que es peor, de los miles de afectados algunos pocos tienen y tendrán la oportunidad elevar su voz de protesta. 

Si en la costa liberteña la educación básica especial es una lágrima, en la sierra tiene aires de duelo; sin embargo, todos los caminos están casi asfaltados para cambiar esta triste realidad, sólo se necesita de una dosis de proactividad política y mucha sensibilidad humana.


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