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La fiesta de hoy es para vivirla, pero también para palpitarla desde nuestra convicción y entusiasmo.

Por: Redacción La Industria

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Publicada el 23/11/2019 - 09:33 AM

[EDITORIAL] Algún día no muy lejano


Esta imperdible fiesta del fútbol nos alegra y entusiasma, como buenos aficionados sudamericanos que somos, pero también porque, como peruanos, hace rato nos hemos puesto los pantalones largos en aspectos organizativos.

La ciudad de Lima es capital del fútbol sudamericano al acoger hoy la finalísima de la Copa Libertadores de América, en choque que disputarán los elencos de River Plate (Argentina) y Flamengo (Brasil), por primera vez bajo el formato de partido único a imitación de lo que hacen los clubes europeos en los dos torneos más importantes del Viejo Continente: la Champions League y la UEFA Europa League.

Es una oportunidad única que pone a la capital peruana en el ojo de millones de espectadores que seguirán este apasionante duelo en diversas partes del mundo. Es, además, una ocasión que se le gana por segunda vez consecutiva a Santiago de Chile, ciudad que perdió consecutivamente las sedes organizadoras de los Juegos Panamericanos/Parapanamericanos Lima 2019 y ahora la final de la Libertadores. La decisión de cambiar de escenario para este partido la adoptó la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), hace poco más de dos semanas, luego de que la capital chilena quedara descartada debido a la convulsión social que afecta al vecino país del sur.

Las tratativas fueron rápidas y al más alto nivel, con el aval del gobierno del presidente Martín Vizcarra y el compromiso gubernamental de prestar todas las facilidades para el buen desarrollo del encuentro. Además, hubo una rápida evaluación positiva de aspectos como la capacidad hotelera, la prestación de servicios de movilidad, de seguridad y de comida, entre otros.

Esta imperdible fiesta del fútbol nos alegra y entusiasma, como buenos aficionados sudamericanos que somos, pero también porque, como peruanos, hace rato nos hemos puesto los pantalones largos en aspectos organizativos. Lo demuestra el éxito que fueron los recientes Panamericanos, considerados por la entidad titular de esos Juegos, Panam Sports, “los mejores de la historia”, algo que no es poca cosa.

Sin embargo, tampoco podemos dejar de lado que en mayo de este año perdimos la sede del Mundial sub'17, que la FIFA cedió a Brasil, y también la organización de la primera final a partido único de la Copa Sudamericana, que se disputó la semana pasada en Asunción.

La crisis de corrupción por la que sigue atravesando la Federación Peruana de Fútbol provocó que la Conmebol le asestara al Perú ese duro golpe, por culpa del impresentable delincuente que es el encarcelado Edwin Oviedo. El mal dirigente puneño está vinculado con crímenes ocurridos en Lambayeque, donde maneja sus negocios e intereses a la usanza como lo hacen los tradicionales clanes y cacicazgos peruanos. De eso seguimos siendo testigos hasta hoy.

La fiesta de hoy es para vivirla, pero también para palpitarla desde nuestra convicción y entusiasmo. Llegará el día en que, al igual que Medellín, Trujillo sea considerada para realizar grandes eventos no solo deportivos. Para lo cual debe arreglarse el déficit de infraestructura que nos han dejado las malas autoridades ediles que padecemos.


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