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Por: Redacción La Industria

TRUJILLO

Publicada el 14/11/2019 - 09:02 AM

[EDITORIAL] Esto seguirá igual si no hay valentía


Los accidentes de tránsito siguen imparables, dejando víctimas mortales y muy poca sanción a las empresas responsables.

El espantoso accidente de tránsito ocurrido en la madrugada del martes en Otuzco se ha debido a muchos factores, entre los cuales está la permisividad con la que actúan las autoridades de la Superintendencia de Transporte Terrestre de Personas, Carga y Mercancías (Sutran), que no ponen coto a esta situación. Habrá más accidentes porque esa entidad está pintada en la pared, sin el número de inspectores suficientes para que hagan fiscalización efectiva. Pero hay otros motivos, entre el que destaca la escasa conciencia cívica de los pasajeros, usuarios y ciudadanos. Todo el que aborda un ómnibus o toma cualquier servicio público es una síntesis desastres condiciones. 

Pasajero, porque debe ser trasladado de un punto a otro, tomar un asiento y ser movilizado. Usuario, porque adquiere los servicios, paga por ellos y tiene, por tanto, derechos a un buen servicio y ciertas obligaciones. Y ciudadano, porque sus obligaciones cívicas no se suspenden sino que se acentúan: tiene que velar porque se mantengan las normas y por respetarles él también. Pero resulta que todas esas condiciones quedan precarizadas por el transportista, la empresa de transportes y, obviamente, por quien sube al vehículo. No exige nada y solo quiere llegar rápido a su destino. No le interesa ni siquiera su comodidad. Se evidencia esto en que el vehículo siniestrado superaba la cantidad permitida de viajeros: solo existía 30 asientos, pero trasladaba a más de 40. 

Es decir, se permitió una infracción gravísima que nadie probablemente advirtió al chofer. El que iba sentado estaba tan en peligro como el que iba de pie, soportando el maltrato y pagando seguramente menos por eso. La superintendenta de la Sutran, Patricia Cama, exhortó al público ausar el servicio de acuerdo con las normas establecidas, como viajar sentados y utilizarlos cinturones de seguridad para tener un traslado seguro y cómodo. Cierto, hubo pasajeros en los pasillos, pero eso porque todos los demás lo permitieron. Partimos de la premisa de que quien viaja lo hace por apuro y por necesidad. Sin embargo, lo perverso es quedarse callado y no reclamar. El chofer no debe partir si hay una observación por parte de los pasajeros. Ya que no lo hace por iniciativa y responsabilidad propias, hay que esperar entonces un reclamo. Pero la Sutran debe admitir que su escaso margen de maniobra e injerencia parte de su origen, su baja funcionalidad y casi nula operatividad.


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